jueves, 26 de junio de 2008

Infinito

Desde siempre, es decir, desde la niñez, me aterró pensar en el infinito. Me desagradaba pensar que siempre podría añadir un número más, pensar que habría cualquier cosa detrás, que nada nunca terminaría en la eternidad...no me gustaba, sentía cómo perdía el tiempo, cómo no valía de nada entrar en esa espiral de pensamientos. La vida dura lo que dura, lo que dura mientras vivimos y no tenemos (no tengo) más prueba del infinito que la nada que nos paraliza. Yo no puedo concebir algo infinito, nada absoluto y en cambio de alguna manera lo busco, lo espero. Me gustaría toparme con mi plenitud (¿a quién no?) para tenerme todo en cualquier instante. El camino es distinto, hay que esforzarse, no vale rendirse, hay que volverlo a intentar, tenemos que aprender quizá a posteriori. Yo creo que se trata de una cuestión de fe, pero o yo no tengo la suficiente (y me puedo preguntar ¿por qué?) o tengo demasida clara la duda de que quizá no exista más que finitud e imperfección (a excepción de las matemáticas y de los grandes artistas). Creo que depende de la actitud que tomemos ante esta última realidad, esfuerzo y búsqueda, o paralización y espera. Lo más humano tiene que estar en esa línea, ser capaz de amar el logro con sacrificio, la entrega del verdadero éxito de la vida a pequeños plazos, el amor que trasciende los errores o que radica precisamente en ellos. No hay nada perfecto, pero todo funciona bien, esto sí que es digno de amor, y éste sí que está cerca de ser infinito.

sábado, 24 de mayo de 2008

¿Eres tú?

Eres mi última palabra.
La melodía preciosa que escucho pero no me atrevo a describir.
Mi mejor sonrisa.
Las mejores manos vivas nunca talladas.
La última flor que se abre al sol.
La palabra más tierna que tanto dije cuando te dije.
El suspiro sordo con que te llamo.
El hueco del cuerpo que me falta.
La caricia abierta con la que no me hiero.
Un beso que no recibo cuando el sol raya la persiana.
Eres la única llave al infinito.
El golpe seco y sonoro de la piel contra la verdad.
Mi búsqueda constante.
La respuesta en la oscuridad.
La pregunta que todavía queda en la certeza.
Los pasos que llevan a alguna parte.
El doble fondo con que se cubre mi corazón.
Eres lo que espero ver al despertar y al soñar.
Los ojos que nombran.
Sólo tú dices lo que soy.
Donde quiera que estes te espero.
Porque eres el precio a pagar por el paraíso.
Y no soy más que la sombra de una estela,
de un camino que no lleva hasta tí.

martes, 13 de mayo de 2008

Un círculo

Para las tardes secas del verano, la risa fresca como las losas de un patio a la sombra. Para las manos trémulas que se adentran en la nada, el deseo de acariar el terciopelo de la verdad. Para la casa solitaria en el ocaso, una buena esperanza. Para las hojas secas de otro otoño, los recuerdos de la siguiente primavera. Para el bocado de las olas en la playa, la huella del pie derecho tras el izquierdo. Para las noches de obligadas citas, algunas citas obligadas. Para las escaleras que nos sumergen en el cielo, las palabras con que forjamos el amor. Para no tener la razón, tus párpados cerrados. Para no olvidar, el corazón y sus laberintos. Para amar, la vida y sus esquinas. Para no morir, el cuerpo y sus heridas. Para volar, el deseo. Para acertar, quererlo. Para el río, la otra orilla. Para soñar, la noche y los sueños. Para ser hombre, una mujer. Para ser, no ser también. Para que sea yo, tú.

lunes, 12 de mayo de 2008

Rosas sin nombre

Hay una espiral de rosas rojas. Tengo una palabra corta y a mano: tú. No tengo a labios algunos besos, pero espero los que me esperan. Vi una vez una filigrana de humo, junto a un grabado en el agua. Me llené de azares y destinos, con los que bailo cuando puedo. Conté mi historia a una piedra, empecé este cuento de vivir. Tengo miedo a la sangre que separa y amo lo que por la sangre se engendra. Me pierdo en la ciudad a la que voy cuando me encuentro. Vuelvo al sitio del que nunca escapé. Miro el límpido cristal que envuelve lo bello y sin romperlo acaricio lo que viene a estar detrás. Supe por el vacío que algo dentro habría de quedar. Dije aquello que supone el paso a lo nuevo. Tuve miedos y tuve miedo a los espejos, no quise nunca aquel color. Pensé que nada tenía sentido y casi me convierto en fatídica certeza. Traté de aprender algo noble, algo que pueda decirte mañana también. Quiero decir amor, pero ahora no sé cuál es tu nombre.

viernes, 9 de mayo de 2008

A lo mejor

Seguramente la muerte vendrá algún día, pero que venga sola y desnuda. Espero que mi vida la haya ido despojando de sus ropas, de su miedo y sus reproches. Quiero poder decirle que tengo una vida que ya nadie me podrá quitar jamás. Que aprendí a conformarme a no ser inmortal, y que el pulso que me ofrece desde aquí a ese día, aunque ella lo venza fuerte y segura, yo lo jugué decidido y con ganas. Confío en la ventaja que me da su certeza y me inclino a pensar que puedo vencerla con mis dudas. Mi duda es que nunca sabré si quedará algo después de ese encuentro. Su simple certeza es saber que me alcanzará. Hoy creo saber que hemos venido hasta aquí para vivir, y eso es lo que la muerte quiere. De mí se querrá llevar las fugaces horas en que amé y me amaron; de los demás momentos, se querrá llevar aquellos en que fui capaz de amar la cicatriz (que aun me duele y a veces consigo reabrir) que dejó en mi piel el relámpago feliz de una vida encendida. Pero atendiendo a la estadística lo más normal es pensar que estoy equivocado, que no se llevará nada, que ni siquiera venga ya aquél día en que muera este cuerpo, que a lo mejor ya estoy muerto y que esto es el cielo.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Ser y no ser

Soy contradictorio, lo asumo. Soy una "suma de multitudes". Elegir es un riesgo del que siempre quise librarme, aunque no creo que haya optado por la opción más cobarde, siempre quise serlo todo y a menudo he sentido que era nada. He querido abrirme a toda la realidad, no siempre lo logré, pero la curiosidad que sentía era mayor que el apego a la idea que de mí mismo tenía. Siempre quise quedarme con algo, quise al menos lo mejor de las cosas, aunque nunca he sabido bien qué era y casi nunca he conseguido aprehender lo que quería. Esto lo siento como algo que me mata y algo que me vive, que me exalta y me oscurece. La suma de lo que tengo que se detiene a media resta de lo que me falta, lo que en definitiva multiplico por todo lo que aún sigo queriendo, lo que me divide en tanto opuesto para encontrarlo, supongo. El cubo que llené con tanta línea y tanto trazo y que pierdo cuando se me eleva a esa potencia. La geometría imprecisamente perfecta con me voy dando forma. El círculo por el que ruedo en un plano lleno de aristas con que toma forma el mundo, este poliedro con más caras cada vez. Un principio de incertidumbre que aplico a toda la mecánica que activo cuando mediante un movimiento y una posición pretendo estar cerca de mí, estar en mí, ser yo mismo, ser desde yo mismo, dejar que mí yo mismo me sea, serme, realizarme. Un centro secreto que sólo se ve con los ojos vueltos hacia dentro y que ahora imagino como la preciosa esfera hecha a base de "nada" que cabe entre tu ombligo y el mío.

martes, 29 de abril de 2008

Enemigo interior

Uno recuerda algunos sueños, también sueños que fueron alguna noche pesadillas. Lo absurdo es no comprenderlas del todo, o tratar de comprenderlas si quiera a medias. Somos más de lo que queremos ser, menos de lo que gustaría y existimos en un globo lleno de piedras y de aire que se sumerge, obligándonos a verlo sesgado. Es difícil sacarlo a flote o acabar de hundirlo, las olas lo mecen y va girando a su antojo con nosotros dentro, nos pone a su capricho con los pies en el techo, nos coloca en las manos unas brasas y se obstina en utilizar nuestra cabeza como el tapón de un volcán a punto de estallar. Tenemos que seguir flotando, limando piedras y cogiendo aire en la medida exacta, cuidar el globo y a los que dentro de él se meten o dentro de los cuales nos metemos. Es cierto que uno dice cosas sin sentido... las decimos todos a menudo, todos decimos algo bueno alguna vez y nadie nos entiende, todos decimos algo estúpido alguna vez y no hay quién entienda por qué. Si esto tiene respuesta querría saberla porque las que yo me doy dudo de que sean acertadas, pues casi nunca sabemos bien lo que queremos...pero quizá la única respuesta venga por aquí. Cuando no nos preocupa lo que queremos, podemos decir cualquier cosa y que ésta se torne bella o útil; en cambio, cuando nos turba, nos agobiamos en no perderlo, pedimos mal su atención, nos herimos. Porque no puede haber un querer que nos exiga vivir preocupados, que nos encadene a la idea que con ello nos hemos hecho, o que para serlo tenga que entrar por un aro cada vez más pequeño, así no podemos querernos y por eso la cagamos. Para poder querernos tenemos que esforzarnos en conocernos, asumir que a veces estamos en la cresta de la ola y otras muy cerca del fondo y aceptar que ni siquiera nosotros mismos lo tenemos todo tan claro. Pero es preciso decir que también nos queremos por un misterio maravilloso que nadie comprende pero que todo el mundo sabe, que nos queremos de esa forma tan entrañablemente irracional que tiene la lógica de los sentimientos. Yo confío en que esta pequeña certeza me sirva para frenar a mi enemigo interior que tanto me aleja de lo que quiero y me permita seguir flotando, para que algún día llegue la paz y entonces me tenga y te tenga para siempre a mi lado.